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Conoce la canción que podría estar arrasando con tu vida y aprende a protegerte de sus efectos hipnóticos: Descubre Cual es tu canción psicológica.
La metáfora del mal cantante
Has oído hablar del dicho popular: “Quien canta, el mal asusta”? Quizás esto sea cierto cuando nos referimos a una canción hermosa, afinada y armoniosa. De aquellas que pueden encantar e inspirar a una audiencia. Pero lo cierto es que pocas personas estarían dispuestas a soportar a un mal cantante.
Sin embargo, hay muchos cantantes desafinados en el mundo. Y todavía hay quienes practican la infamia de llamar la atención de sus oyentes más de lo que sería razonable. A veces, no podemos evitar preguntarnos cómo esos cantantes no puede darse cuenta del papel triste y aburrido que están interpretando. Lo más gracioso es que, a veces, aunque todos a su alrededor están francamente horrorizados, solo el cantante está enamorado de su propia voz.
Uno podría preguntarse: ¿qué tiene que ver esto del mal cantante conmigo?
La respuesta es que todos tenemos una “canción psicológica”. Que se expresa en mayor o menor medida en cada uno. Pero que si observamos detenidamente nuestras palabras, nuestros pensamientos y emociones podemos descubrir cuál es la nuestra. Sin embargo, siempre lo vemos en los demás, y más difícil es verlo en nosotros mismos.
Así, todos conocemos a alguien que vive en el pasado. Sus conversaciones, en general, giran en torno a una preocupación central: su pequeño libro de relatos psicológicos. En este folleto, una persona toma nota de todas las deudas que los demás tienen con él. Allí, se registran las deudas que el padre, la madre, el hermano, el hijo, el vecino, el amigo, el jefe, el gobierno, la sociedad e incluso la vida misma tienen para él.
Pero, ¿qué tipo de deudas son estas?
Las deudas son el mal que cree que le hicieron, sus frustraciones, una ingratitud, una envidia de sus vecinos. El reconocimiento que nunca recibió, las injusticias que cree que vivió, su soledad, etc. Estas son tantas cosas malas que este cantante tuvo que pasar, pero nunca pudo olvidar. Y esto se quedó con él por el resto de su vida. Pero este pequeño libro de cuentas que lleva y que consulta todo el tiempo es la mayor inspiración para componer sus canciones. Por lo tanto, es común que en cada conversación cante su canción psicológica:
“Ay de mí …”, “nadie me entiende …”, “nunca me dieron lo que necesitaba, todo lo que tengo que hacer por mí mismo …”, “aún se arrepentirán de lo que me hicieron”, “algún día me darán la razón, pero será tarde … “, etc., etc., etc.
Las canciones psicológicas pueden ser realmente complejas. Algunas con introducciones, verso, coro, etc. También, puede ser un solo improvisado. Entonces, una conversación, digamos, sobre el clima, puede detenerse con sus indignaciones políticas y más tarde con el disgusto que su vecino le causa. Esto es posible, por supuesto, a expensas de mucho entrenamiento, mucho ensayo. Porque, al no contentarse con cantar para los demás, el mal cantante vive cantando para sí mismo, aislado en la habitación solitaria de su mente.
Una canción totalmente dedicada a sí mismo
Y llegamos al meollo del asunto: todos llevamos un disco rayado dentro de nosotros que siempre se repite con las mismas canciones. En otras palabras: con las mismas preocupaciones, quejas, arrepentimientos, deudas, etc. Son estas consideraciones las que, de una forma u otra, producen nuestros pensamientos y guían la línea de nuestro razonamiento. Además, si el tremendo daño que causan a nuestro bienestar y nuestra vida no fuera suficiente, el origen y la autenticidad de estas opiniones son cuestionables.
Todas las canciones psicológicas se basan en la auto consideración. Es decir en el amor desmesurado por sí mismo y que nos hace egoístas e incapaces de comprender la vida tal cual es. Como también de ver el punto de vista ajeno y de sentir el dolor de los demás. Porque todo lo vemos con el lente de “Todo lo que me hicieron.”
Naturalmente, el hecho de que no podamos ponernos en el lugar de los demás significa que tenemos una comprensión injusta de cómo se comportan, cómo hablan o cómo actúan. El resultado de esto no puede ser otro que aumentar demasiado el registro de las deudas en el libro de cuentas personales. Y esto solo ayuda a complicar aún más el repertorio de canciones que llevamos.
“Primero yo, segundo yo, tercero él …”
Observa tu canción psicológica
Para ser concretos en la investigación: ¿Te has observado pensando algo como esto?
Cuando le doy consejos a alguien y no lo acepta, pienso que no tiene juicio. O que no confía en mí.
Si un miembro de la familia no me trata de la manera que creo que lo merezco, es porque es injusto, un tirano o una persona desagradecida.
Cuando un amigo mío no está de acuerdo con mi opinión, me indigno. Y concluyo en que había cometido un error sobre él, que resultó ser una serpiente con la que ya no puede contar.
Si no trabajo en la empresa que quiero o en la universidad elegida. Entonces protesto porque la competencia fue injusta y porque la vida no me dio todas las oportunidades que necesitaba.
Si mi equipo de fútbol pierde el partido, me quejo de que compraron al arbitro. Y si mi candidato político no fue elegido, digo que en la elección hubo trampa.
Si mis hijos se comportan de manera que no me gusta digo que es porque copia a sus amiguitos de juego.
Si acaricio a mi perro y él me da la espalda y se va, entonces suspiro convencido de que a nadie le importo más.
Las consecuencias de la canción psicológica
Todos estos son pensamientos que surgen de la auto consideración excesiva. Una persona llena de auto consideración puede ser realmente complicada …
“Si alguien vive de instante en instante, de momento en momento, sufriendo por lo que le deben, por lo que le hicieron, por la amargura que le causaron, siempre con su misma canción, nada puede crecer dentro de él”. – Samael Aun Weor
Una persona que se deja llevar continuamente por estas canciones psicológicas, que no las observa, que no las comprende, se vuelve esclava de ellas. Y en última instancia toda esa negatividad que tiene dentro y que va creciendo cada vez más, atrae lo mismo de fuera. Por eso es interesante el mirarse a sí mismo, conocer cómo funcionamos internamente, observar nuestra propia canción psicológica. Que aunque a veces no la expresamos verbalmente está allí en lo profundo, y se convierte en el detonante de nuestros actos, de nuestra vida. Porque lo que concebimos en un pensamiento y lo que sentimos, es lo que se cristaliza en nuestro mundo, en nuestro alrededor.
Es posible tomar el mando de nuestra existencia y cambiar su rumbo hacia una vida libre de tantas complicaciones interiores. Que en suma nos complican el mundo en que nos movemos. Pero para eso hay que conocer, observar, investigar, bucear dentro de nosotros mismos, poner atención a nuestros actos, pensamientos y emociones.
Por eso te invitamos a conocer las técnicas precisas para ello, enseñadas por todos los grandes sabios que han existido en la Tierra. Pero que para muchos solo quedan en frases bonitas. Por eso, te invitamos a que las hagas tuyas, pero no por poseerlas, sino por practicarlas. Ya que esa es la forma de que el conocimiento sea verdadero y no vanas teorías.