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La cultura en la que vivimos y la crianza que muchos hemos tenido, nos ha instaurado en la mente que el progreso es la gran ciudad. Y crecimos quizá con la idea de que allí está el mejor futuro para nosotros y para la humanidad. Que en la última tecnología, en el consumo excesivo, en la aglomeración de personas está la meta de todos.
Esas ideas, en muchos casos, son como tatuajes en nosotros y no nos permiten ver otras posibilidades. No nos permiten ver de qué se trata la vida en realidad. Pero esas ideas que tenemos instaladas como programas no resisten el más simple de los análisis:
Si la mejor opción para el humano es la ciudad, alejados de la naturaleza y la tierra ¿Son más felices las personas que viven allí?
En verdad alcanzó alguien la armonía, la paz y la felicidad por adquirir la cuestionable comodidad de la ciudad?
Cómo sería la vida del Hombre, de cada uno de nosotros, si regresáramos a nuestro origen? Si hiciéramos aquel viaje de regreso a la Naturaleza?
Regresar al origen, para encontrar lo que buscamos
El hombre, la humanidad en su conjunto, es un órgano de La Madre Naturaleza. Es parte de ella como las plantas, los animales, la tierra, el agua. El hombre es creación de la Madre Naturaleza y ella, como madre, le proporciona todo lo que necesita para vivir, al igual que a todas sus creaciones.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, los humanos se han ido alejando cada vez más del seno de la Madre Naturaleza, han olvidado su origen. Y ha quedado en la oscura profundidad del interior humano la sabiduría ancestral, original, que es propia del mismo hombre y de la creación entera. Permaneciendo oculta, pero latente.
De allí que la humanidad, desorientada, sigue buscando un tesoro, creyendo que lo encontrará afuera. Creyendo que lo encontrará en el dinero, en los bienes materiales, en los placeres efímeros, en las teorías, en el intelectualismo, en las emociones, en la mente.
Sin embargo, para hallar eso que todos buscamos, aunque nuestra boca no lo exprese, es preciso regresar. Es preciso volver a la naturaleza, para encontrar en ella, en primer lugar, la inspiración, la armonía, la calma. Y por medio de ello, de esa vibración, despertar lo que en nosotros se halla dormido. Encontrar el camino hacia el progreso y la abundancia integral, material y espiritual.
Regresar a la naturaleza es avanzar física y espiritualmente, pero la gente ve eso como un retroceso. Qué distinto sería, si los hombres y mujeres se dieran la oportunidad de experimentar, otra vez, la magia de la naturaleza. Volviendo a ser sencillos, enamorados de la Creación, deleitándose con su integración en todos los niveles de la vida. Descubriendo los misterios que cada planta, animal le va develando es una constante inspiración.
La ciencia de la agrocultura nos invita a regresar al seno de la Madre Naturaleza. Nos invita a comprender nuestro origen, a volver a una vida natural, sin los artificios de una cultura que nos desnaturaliza y nos deforma en todos los sentidos.
Qué ocurre cuando volvemos a la Madre Naturaleza?
Al volver a integrarse a la Madre Naturaleza las personas se hacen día a día más sensibles a sus vibraciones. La madre las va envolviendo en su orquesta de armonías, colores, sonidos, llevándolos por un viaje, despertando gradualmente los sentidos internos, hasta llegar a formar parte consciente de ese mismo milagro de la Vida.
Sentirse parte integral de la Vida, conocer y vivir alegremente su papel en la Creación es nacer de nuevo. La Madre Naturaleza, es la que encierra gran parte de los misterios del despertar del hombre a la sabiduría, del despertar de su conciencia.
En la medida en que el hijo va despojándose de los diferentes sistemas, apegos, ambiciones, etc. Trabajando armoniosamente con la naturaleza interior y exterior, la madre le va entregando como recompensa la gracia de percibir y comprender su vida y su camino de un modo diferente. Eso lo hace ella, porque su hijo está regresando. Así es que la Parábola del hijo pródigo no sólo se aplica a la integración entre Hijo y Padre. Sino también a los hijos pródigos quienes nos extraviamos o dejamos el seno de la Madre Naturaleza.
El regreso es un proceso que se realiza despertando la magia de los sentidos físicos e internos, para experimentar la magia de los campos. Y vivir en la naturaleza sabiamente, con inteligencia, practicidad, armonía y equilibrio.
El Hombre debe volverse mago de la Naturaleza, para que llegue nuevamente a ser el Rey. Para que vuelva a tomar su lugar como Hombre-Deva, despierto en la Ciencia que le rige como humano. Sabedor del lugar que le corresponde, de la función que cumple en al creación. Relacionado concientemente con todos los aspectos de la vida, viviendo en plenitud su existencia.
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