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LA PAZ.

Queremos la paz, la deseamos, la buscamos, pero… ¿sabemos qué es?

Mucho se ha escrito sobre ella. Pero, ¿realmente tenemos claro cómo se consigue?

Actualmente podríamos afirmar que gran parte de la humanidad jamás ha experimentado la paz verdadera. Sobre ésta sólo se tienen opiniones, ideales románticos, conceptos equivocados. Y podemos formar en nuestra mente múltiples fantasías sobre la paz.

Se crean proyectos y se hace propaganda peleando en su nombre, fundando organismos (ONU, OEA) para establecerla, etc.

También se hacen controles, organismos en pro de la paz, apaciguamientos, y otras acciones aisladas que nunca consiguen establecer la paz de manera total y definitiva.

Todo lo anterior resulta absurdo, ya que la paz no se consigue con proyectos, policía internacional, organismos y tratados internacionales, o ejércitos invasores que peleen a su nombre.

La paz no puede conquistarse, ni ser resultado de violencia o mediante los sistemas citados, pues ello sólo produce la multiplicación de la barbarie. (La violencia origina más violencia; el odio genera más odio.)

La raíz del problema está en el individuo.

Cada persona tiene opiniones particulares y sueños utópicos acerca de la paz. Creemos en un tipo especial de paz, y cada cual se encierra dentro de una imaginaria burbuja protectora para intentar vivir su propia paz.

No alcanzamos a comprender realmente lo que es la auténtica paz interior, y sólo queremos que nadie se nos atraviese en el camino (que no se nos estorbe ni se nos moleste). En cambio, nos tomamos por propia cuenta y riesgo el derecho de estorbar, molestar y amargar la vida a nuestros semejantes.

Cada cual pretende levantar a su alrededor un muro egoísta de ideas falsas, creencias, opiniones, y absurdos conceptos sobre lo que es la paz. La quiere a su modo, de acuerdo a sus antojos, a sus gustos, a sus hábitos, costumbres equivocadas, etc. (“¡Déjame en paz!”, se suele decir.)

La mayoría de la humanidad entiende por paz el no ser estorbados, para poder realizar sus actos muy tranquilamente y a sus anchas, creyendo que son buenos.

Todos estos conceptos al final resultan equivocados, ya que las personas llevamos en nuestro interior los factores psicológicos que producen guerras y enemistades de todo tipo.

Realmente, mientras dentro de la gente continúen existiendo esos factores psicológicos (odio, codicia, envidia, celos, afán de acaparar, ambición, ira, orgullo, etc) que producen enemistades, disensiones, problemas, guerras, etc. no se conseguirá establecer una paz verdadera en el mundo.

Desde una perspectiva global, observamos que la raíz del problema está en el individuo. Éste, sin paz en su interior, es responsable de que el mundo viva en guerra continuamente.

Mucha gente presume de haber hallado la paz. Pero, si estudiamos a fondo a esas personas, se puede evidenciar que, ni remotamente, conocen la paz. Y que sólo se han encerrado dentro de algún hábito solitario y consolador, o dentro de alguna creencia especial, etc. (Es absurdo buscar la paz entre los muros equivocados de nuestros prejuicios, creencias, preconceptos, deseos, hábitos, etc.)

Pero, realmente, dichas personas no han experimentado lo que es la verdadera paz del corazón tranquilo. En realidad, sólo han fabricado una paz artificiosa que, en su ignorancia, confunden con la auténtica paz del corazón.

También hay personas que suponen erróneamente que la paz es poder vivir sin trabajar, muy tranquilamente y sin esfuerzo alguno, en un mundo lleno de fantasías románticas maravillosas.

La paz no es consecuencia de un capricho, ni es producto de una idea.

La paz, en realidad, es una substancia más allá de toda moral, que emana de las entrañas mismas del Absoluto.

La paz auténtica del corazón tranquilo no es una meta, ni un lugar, etc. Realmente procede de la belleza del corazón tranquilo (que exhala el perfume delicioso de la verdadera paz interior). De esa belleza va a nacer en nosotros el encanto del amor y la verdadera paz del corazón tranquilo.

Si queremos paz auténtica, debemos ir eliminando en nuestro interior el yo, el ego, el mí mismo (sólo así existirá en nosotros la belleza interior).

La suprema belleza sólo puede nacer en nosotros cuando ha muerto el yo total y definitivamente. (La belleza, en forma íntegra, es imposible en nosotros mientras exista el ego).

La paz nace en nosotros cuando cambiamos radicalmente al disolver el yo en nuestro interior, eliminando así los factores psicológicos que producen la guerra.

Es necesario comprender y sentir la belleza de la bondad, de la buena música; amar la belleza del arte creativo; refinar nuestra manera de pensar, sentir y obrar.

Grandes maestros de la humanidad enseñan la cómo eliminar el yo. Y saben, por experiencia propia que, sólo disolviendo el ego que llevamos dentro, adviene a nosotros la paz del corazón tranquilo.

La paz creadora nos trae orden, eliminando así la confusión y llenándonos de legítima felicidad. Y nos hace comprender que la paz del corazón tranquilo no llega a nosotros mediante esfuerzos, o por estar afiliados a alguna sociedad u organismo que hace propaganda sobre ella.

La paz auténtica adviene a nosotros, en forma totalmente natural y sencilla, si reconquistamos la inocencia en la mente y en el corazón.

De esta forma, nos volvemos sensibles tanto a lo hermoso como a lo feo; a lo bueno como a lo malo; a lo dulce como a lo amargo.

Debemos enseñar a las nuevas generaciones el camino íntimo que conduce realmente a la paz auténtica del corazón tranquilo.

El efecto que produce nuestra forma de pensar, sentir y actuar en la sociedad.

Debemos cuidar que nuestros gestos, modales, vestuario, y actos de toda especie (manera de sentarnos a la mesa y de comportarnos al comer; forma de atender a las personas en la casa, en el trabajo, en la calle, etc.) estén llenos de belleza y armonía.

Toda palabra debe sopesarse antes de articularse, porque cada palabra puede producir en el mundo mucho de útil y mucho de inútil, mucho beneficio y mucho daño.

En conclusión, si cada persona cambia interiormente disolviendo el ego y adquiriendo la paz del corazón tranquilo, tal cambio se irá proyectando a la sociedad, consiguiendo por afinidad erradicar la violencia y las guerras en este planeta.

Si quieres saber más sobre cómo alcanzar estos beneficios, te invitamos a nuestro Curso de autoconocimiento gratuito, en el cual recibirás todas las herramientas necesarias para conseguir hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.

 

 

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