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MORIR O NO MORIR, ESA ES LA CUESTION

Cuan obra tan maravillosa es el hombre, tan noble es su razón de ser, cuan infinitas sus facultades, sus tareas tan angelicales, su espíritu proveniente de Dios, el hombre es el más perfecto de los animales. Hemos sido creados para una gran hazaña y la vida nos abre sus brazos para engendrar luz y amor. De pronto, en un momento inesperado se presenta la no invitada, su hermana gemela llega con una helada máscara de hueso, su traje varía entre túnicas negras o brisas gélidas que, con impecable técnica, descarga sobre la obra del Creador, el rayo de la muerte.

Tenemos un concepto muy erróneo sobre la muerte si huimos horrorizados cuando se pronuncia su llegada, o si mostramos eterno dolor por la partida de un ser amado, que papel innecesario cumplimos al desconocer que la muerte es un proceso tan natural como nacer y respirar el primer halito de vida.

¿Cuál es la cuestión de la muerte?

Enormes galaxias son creadas por leyes cósmicas y recorrido su tiempo, agonizan por millones de años y desaparecen. Así también el ser humano es reducido a esa poética quinta esencia molecular que citaba Hamlet en la obra de Shakespeare y que tanta inquietud provocaba en él.

Así también provoca en nosotros un sinnúmero de incógnitas acerca de la develación de este evento que tanto interés acarrea desde épocas milenarias. Sin duda los egipcios y tibetanos han sido insignes estudiosos de la muerte en su análisis y reflexión, como nos muestran en los distintos libros de los muertos, que se creía que ayudaba a los difuntos a cruzar el umbral de los muertos. Una de sus frases cita: “soy un hijo de la tierra, mis años fueron largos. Por la tarde yo me acuesto y por la mañana vuelvo a nacer a la vida”. Actualmente la ciencia no da v

eracidad sobre personas que han experimentado estados donde han regresado del famoso más allá, cruzado un túnel con una luz final e incluso que

después de la muerte se puede retornar. Crees que sea posible?

Cuando escuchamos sobre quienes vieron su vida entera pasar como escenas de una película o ser atormentados por monstruos siniestros al cruzar un umbral de luz o quizás ser enjuiciados ante un supremo sacerdote con rostro de chacal y una solemne corte que aguarda dar veredicto sobre las acciones que hemos hecho a favor o en contra, o si tendremos que dar cuenta de las deudas o tesoros adquiridos por nuestras obras terrenales, ¿acaso esto no inquieta nuestro interés?

Cuántas narraciones tienen una base histórica esotérica sobre ángeles de la cuarta dimensión, que ejerciendo su papel de la parca cortan el hilo de plata o como dirían los indostaníes, el Antakarana que une el cuerpo físico con el vital, provocando una tremenda descarga energética que ningún mortal ha podido resistir.

La naturaleza no da saltos

Este trabajo es un proceso exacto y oportuno, así como nuestras primeras células en el nacimiento tienen 48 cromosomas, también las leyes a las que estamos sometidos suman 48. Todos debemos cumplir con un periodo de vida en el cual aprovecharemos o no el tiempo para aprender sobre este y tantos misterios que han dado a la humanidad ese toque maravilloso de misterio.

Morir o no morir, ser o no ser encierran desde tiempos remotos la experiencia humana vivida entre la realidad de este mundo y los valores de auto conocerse, cómo reaccionamos ante los diversos eventos del diario vivir, aquellos conflictos que siendo reflexionados nos dan la oportunidad de vernos como pequeñas partículas, anhelantes de un propósito, de una dirección.

“La muerte en si misma es una resta de quebrados, terminada la operacion matematica solo quedan los valores”

V.M. SAMAEL AUN WEOR

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