El secreto de la felicidad
24 agosto, 2020Los libros sagrados y la verdad única
5 noviembre, 2020El equilibrio entre el ser y el saber
“Ser o no ser, esa es la cuestión“
Inmortalizado por el dramaturgo William Shakespeare, este interrogante filosófico encierra los conflictos íntimos de una persona frente a las incertidumbres y dramas de su propia vida. “¿Debo soportar una injusticia silenciosamente o derramar sangre en nombre del honor?” “¿Sigo atrapado en mentiras por miedo a lo que dirán, o asumo la verdad y me enfrento a las consecuencias?” “¿Empiezo una relación con esta persona ahora, o me protejo y contengo mi pasión para conocerlo mejor?” “¿Sigo viviendo mi vida como de costumbre, en nombre de mi seguridad, o me atrevo a cambiar y aventurarme en busca de mi felicidad?” ¿Alguna vez se te ha ocurrido una pregunta como esta en tu vida? Más que cuestiones académicas o intelectuales, están relacionadas con problemas prácticos de la vida y la forma en que vivimos.
En la historia de la Humanidad se registra el esfuerzo monumental de diferentes pensadores para dar una respuesta satisfactoria a la cuestión del ser. El resultado son tomos y tomos de sabiduría, que fueron recopilados, confirmados y controvertidos en el proceso del hombre en busca del autoconocimiento. En este sentido, muchos creemos que, de la acumulación de todo este conocimiento, se podría extraer la sabiduría del Ser. Sin embargo, es muy común que al entrar en el laberinto del Saber, la persona se olvide del Ser.
El presunto sabio
El desequilibrio entre Ser y Saber puede producir el perfil del presunto sabio: aquel que toma su propio conocimiento como verdad. En consecuencia, habla de lo que no tiene que decir y ya no puede escuchar a los otros. Además, ya no sabe cómo relacionarse con sus semejantes. Envidia a los más talentosos y mira a los demás desde arriba, como si fueran todos mediocres. Internamente, menosprecia a los ignorantes y acosa a los que no comparten sus creencias.
Finalmente, puede hacer intrigas y chismes debido a disputas sobre conocimientos. Quizás, incluso leería estas líneas, pero no se le ocurriría que estas palabras se aplican de una manera u otra forma a él mismo. O, impulsado a examinarse a sí mismo, prontamente abogaría a su favor, presentando una defensa elaborada.
¿Parece razonable que alguien se sienta más sabio que los demás, pero viva en conflicto con los ellos y sea infeliz? La ironía socrática nos da la mejor respuesta: esta Persona no sólo no sabe, sino que ni siquiera sabe que no sabe.
La acumulación del saber
A lo largo de la vida, hemos acumulado mucho Saber. Quizás hayamos logrado información útil, formación cultural, un medio para ganarnos la vida, entretenimiento, plácidos momentos de reflexión, etc. Sin embargo, ahora, ¿cómo es la cuestión de nuestra realización íntima, después de todo esto? ¿Seguimos esperando la acumulación de más conocimientos? ¿Necesitamos más conocimiento para resolver los estancamientos de la vida y sentirnos seguros de nosotros mismos?
Siendo conscientes de lo que somos, ¿de qué sirven los títulos de distinción y los grados superiores de educación escolar? ¿De qué sirve tanta autoridad intelectual, excelencia curricular, formalidad discursiva, complicaciones terminológicas, discursos largos y elaborados, referencias bibliográficas, etc.? ¿Podemos ser mejores personas? ¿Sentimos más paz? ¿Somos capaces de tener más empatía con todo eso? ¿Somos felices?
¿Para que nos sirven entonces los conocimientos que acumulamos?
La cuestión del Ser
La cuestión del Ser no podria ser abordada desde un punto de vista exclusivamente intelectual. La búsqueda del Ser es un tema vital y esencialmente práctico, y no puede reducirse a una discusión intelectual, por muy seria y sublime que sea. Porque el ser se define de instante en instante en el curso diario de nuestra vida. A través de lo que hacemos o no hacemos ante los acontecimientos que nos presenta la vida.
“La filosofía es levantar el ánimo para afrontar las adversidades de la vida”. – VM Lakhsmi.
Así, los acontecimientos cotidianos, con todos sus detalles, nos desafían, nos ponen a prueba para que conozcamos nuestras debilidades y lo que hay de falso en nosotros mismos. De esta forma, se hace posible, a través del trabajo psicológico sobre nosotros mismos, eliminar nuestros defectos y superar nuestras debilidades.
Sin embargo, la filosofía del ser es muy exigente. Porque, más allá de las palabras y las buenas intenciones, el Ser exige acciones y actitudes para darse a conocer. En cualquier caso, tenemos que ser honestos con nosotros mismos si queremos conocer y afrontar los errores psicológicos que nos limitan y separan de la plenitud del Ser, de la paz y del equilibrio.
Autoexamen de la conciencia
De nada sirve hablar de amor, si en lo más recóndito de nuestro corazón no toleramos los errores y diferencias de aquellos con quienes convivimos. O sentirnos buenas personas, sin hacer el esfuerzo diario de corregir nuestros defectos.
No es honesto reverenciar a Dios dentro de nosotros mismos, si no meditamos a diario para integrarnos con Él. O hablar de autoconocimiento, sin hacer un descubrimiento sobre nosotros mismos. Es una falacia sentirnos dueños de nosotros mismos, tener que apelar a las distracciones y placeres sensuales para soportar los momentos de soledad que atravesamos. En resumen, lo que importa es lo que hacemos y no lo que afirmamos.
La filosofía del Ser nos invita a pensar menos y actuar más.
La Ley está en nuestra conciencia, con ella sentimos el Juicio Interno. Si buscamos con sinceridad una reflexión íntima sobre nuestros pensamientos, palabras y hechos, sentiremos este juicio interior indicando el camino que debemos seguir. Es decir, descubriremos precisamente qué tenemos que hacer para rectificar nuestra conducta, corregir nuestros defectos psicológicos y, así, lograr la realización íntima del Ser.
“¿Has pensado en lo que más te gusta o no te gusta? ¿Has pensado en los mecanismos secretos de acción? ¿Por qué quieres tener una hermosa casa? ¿Por qué quieres tener un coche de última generación? ¿Por qué siempre quieres estar a la última moda? ¿Por qué codicias no ser codicioso? ¿Qué te ofendió más en un momento dado? ¿Qué te halagó más ayer? ¿Por qué te sentiste superior a tal persona en un momento dado? (…) ¿Estás seguro de que fuiste sincero en esa conversación? cuando se justifican, y cuando cuentan sus triunfos y los relatan repitiendo a los demás lo que dijeron antes, ¿comprenden que son vanidosos? ”– Samael Aun Weor
“Una vida no examinada no merece ser vivida”, postuló Sócrates, quien logró la proeza de tragarse una copa de veneno en nombre de la misma Sabiduría a la que consagró su vida.
Encontrar el equilibrio
Para concluir diremos que el equilibrio es una de las claves del éxito en la vida de cualquier persona. En todo debe existir un equilibrio, así como este existe en la naturaleza. Y la cuestión del Ser y el Saber no escapa a ello.
Son necesarios los conocimientos, nadie podría negar esa realidad. Sin embargo, nuestra sociedad se ha olvidado del Ser y solo busca la acumulación de saberes. Por ende se produce un desequilibrio en el ser humano que lo lleva a sentir un gran vacío en su interior. Porque no está en conexión con su verdadero Ser. Porque no ha desarrollado esa capacidad, esa sensibilidad.
Si realmente queremos encontrar el sentido de nuestra existencia y encauzar nuestra vida hacia ello. Si de verdad queremos encontrar la verdadera razón de vivir y sentirnos plenos sabiendo hacia dónde vamos. Entonces necesitamos buscar la conexión con nuestro real ser interno. Ya que solamente así podemos encontrar esas respuestas.
Necesitamos bucear en nuestro universo interior e integrarnos con nosotros mismos. Y eso no es ninguna fantasía, ni tampoco se trata solamente de tener una buena intención. Se trata de técnicas y prácticas concretas. Para conocer algunas de ellas te invitamos a nuestros cursos de autoconocimiento on line.